Para poder abordar el tema: ilusiones, quise utilizar un drabble que escribí hace unas semanas. Es algo muy personal y lo comparto porque, aparte de que me gustó el pensar en poner algo que va más de acuerdo al tipo de escritura que tengo, quiero que me conozcan un poco más. Disculpen la longitud de éste, espero no aburra.
Aquí va.
Es triste saber mi situación, ¿sabes?
Ser una soñadora no es la mejor cualidad. Puede llegar a ser un arma de doble filo.
Por una parte, me permite crearme una realidad donde tú y yo existimos, juntos, y fantasear con inmensos castillos rosas y unicornios con alas gigantes. Tengo el derecho de imaginar un escenario alterno; inventarme montones de tonalidades para el mar, poder ver los ángeles tocando arpas mientras vuelan por los cielos llenos de estrellas fugaces.
Puedo soñar con amplias praderas y flores que rocen el cielo; con nubes de algodón y con lluvia de diamantes. Pedirles a las aves un ulular lleno de melodías dulces y profundas, y enseñarles a los colibríes ser cuidadosos y tomar el polen de la flor con la delicadeza de un amante. Que cada noche haya luna llena y una vez al mes el sol y la luna tengan un encuentro romántico.
Puedo ser la princesa del rosado castillo y tú ser el príncipe dorado; vivir entre risas, caricias, esperanzas, y pequeños principitos y delicadas damiselas.
Por las mañanas, abrir los ventanales y permitir que el sol acaricie cálidamente la cama que compartimos; que descubra nuestro lecho de amor y pasión. Verte abrir los ojos y que estos se iluminen al verme junto a ti, después sonreír y besar sutilmente mis labios dándome los buenos días.
En las tardes, verte jugar con todos nuestros hijos y saber que estarás allí siempre como el soporte de nuestra familia. Ser un padre bondadoso, comprensivo, amoroso a toda hora, pero ser recto, inapeable y severo cuando sea necesario. Tener siempre la paciencia para escucharlos cuando necesiten hablar, contar con un abrazo improvisado cuando veas las lágrimas correr por sus sonrojadas mejillas o cuando estén rebosantes de alegría.
Al caer la noche, refugiarnos uno en brazos del otro. Permitirte amarme mientras con tus manos y labios me seduces; dejar que la necesidad carnal invada nuestros sentidos y tener una entrega total. Y justo antes de caer en un profundo sueño, susurrarnos un “te amo”.
Puedo darle al arcoíris mil colores inimaginables y posar, a cada extremo de él, un valle de hadas y brujas.
Darnos, a ti y a mí, la capacidad de volar como Wendy y Peter Pan. Atravesar el mundo tomados de la mano, sin soltarnos un segundo; admirar cada rincón, cada manantial donde habiten sirenas cantarinas; ahondarnos en los bosques y selvas y conocer a los seres mágicos que las moran. Surcar los cielos en busca de una nube en forma de ilusión, y sentados sobre ella, mirando la majestuosidad que a nuestros pies se encuentra y rememorar todos los años compartidos y aun los que nos faltan; planear y soñar con lo que el futuro nos depara y prometernos amor imperecedero. Hacer el mudo pacto de compartir hasta el último aliento de vida, juntos.
Pero cuando las utopías desaparecen. Cuando no hay castillos, ni hadas, ni ángeles, ni pequeños niños con ojos color avellana y sonrisas pícaras… cuando tú no estás, es que caigo de golpe a mi realidad.
Vuelvo a tener diecinueve años y a ser una chica común y corriente. Tú no existes en este mundo paralelo; no formas parte de mis días y mis noches.
Mi realidad es otra. No soy yo quien te llene de besos y te prometa el cielo y las estrellas. No es mi voz la que te consuele en medio de la oscuridad ni mis manos las que toquen tu rostro y limpien las tímidas lágrimas que se te escapen. No soy yo a quien le digas: “Te amo”, mientras te cobijo en mis brazos.
No soy yo quien llevará en su vientre a tus hijos ni quien los eduque. Probablemente tampoco seré la razón de tus pensamientos y del latir de tu corazón. No seré yo quien te entregue el último beso y no podré curarte las heridas.
Jamás podré mirarte a los ojos y descubrir la claridad de tu alma. No conoceré el sabor de tus labios ni la infinita alegría de saber que eres mío.
Y cada vez que me ahogo en mi triste realidad, me repito una y otra vez: “¡Respira, respira!”. Y obligo a mi corazón a seguir latiendo, pero a veces éste se quiere reusar.
En ocasiones te odio; te aborrezco porque estás tan lejos, te detesto porque sé que en mí no verás lo que ves en ella. ¡Y cuánto la odio a ella también! Ella… ella que puede ser todo eso que yo quiero, ella que tiene a lo que yo más quiero. Ella que teniéndote entre sus brazos no te da ni te pide todo lo que yo podría.
Ayer… ayer mi mundo se desplomó en mil pedazos. Todas esas ilusas historias que por tanto tiempo había inventado, se vinieron abajo. Las hadas, se convirtieron en monstruos enormes, con alas de reptil y garras de águila. Las cantarinas sirenas, chillaban melancólicamente y toda esa belleza que portaban se desvaneció, dejando a la vista horribles esqueletos maltrechos. Las nubes soltaron su torrencial lluvia, destruyendo mi castillo rosa y las flores se marchitaron; el sol y la luna se dieron la espalda y mis alas perdieron fuerza. Y mi mundo perfecto se reía de mí, mientras corría y corría, intentando encontrarte en la oscuridad de la desolación. Lo árboles que antes nos servían de refugio, arañaron mi amplio vestido y soltaban al aire carcajadas. Los dulces animalitos que solían acercársenos y dejar que los alimentáramos, se interponían en mi camino mostrando los dientes y dejando salir sonidos salvajes de sus gargantas. Y entonces todo fue lágrimas y tinieblas. Todas mis ilusiones cayeron al vacío, rompiéndose en mil pedacitos.
Mi príncipe, el hombre al que tanto añoré y al que le creé miles de finales felices; ese hombre al que mi vida le entregaría sin pensarlo dos veces. Ese hombre que es mío en sueños, sería de otra para siempre; ante la sociedad y ante Dios.
