La palabra eutanasia viene del griego: eu=bueno, thanatos=muerte, que significa “buena muerte”. En la actualidad la eutanasia constituye un desafío desde el punto de vista ético y también legal. Algunos enfermos desahuciados piden que los dejen morir para que acaben con sus sufrimientos. Ahí se presenta todo un dilema, no sólo para los médicos y familiares, sino también para la sociedad.
La eutanasia significa la acción médica por la que se provoca la muerte de una persona enferma. Precisamente lo que distingue la eutanasia en relación con el suicidio es el hecho de que se trate de una persona afectada por una dolencia grave e incurable, es decir, para la que la ciencia médica no pueda ofrecer alternativas.
En lo personal, estoy a favor de la eutanasia. Aquí va la compasión y caridad que podemos tener hacia las personas con enfermedades terminales. No siempre se tiene en cuenta la voluntad de estos ocasionándoles una vida llena de sufrimientos.
No hay ningún Estado en el que esté legalizada la eutanasia, pero cuando alguien la aplica son llevados ante un tribunal. ¿Por qué castigan a aquellos que tienen piedad por personas que tienen padecimientos incurables? Cada persona tiene derecho a dirigir su vida hasta el final y a decidir en cualquier momento lo que más le conviene.
Es un asunto complejo, pero los seres humanos debemos ser dueños de nuestros actos. El suicidio no está penado, entonces, ¿por qué se castiga a quien auxilie a un ‘suicida’ cuando está realmente cumpliendo los deseos de éste? Aunque si vemos la otra cara de la moneda, ¿cómo sabemos que se están cumpliendo los deseos de la otra persona? Puede ser que de último momento se arrepienta y renuncie a su derecho a morir.
Pero claro está que es justo que una persona que está tomando la decisión de morir, tenga el derecho de perecer para así dejar todo ese sufrimiento del cual no se liberará hasta que muera.
Valentina Mastacci Toscanelli
